Cuando empezamos un nuevo trabajo, queremos ser útiles. Queremos utilizar nuestros talentos en beneficio de nuestro empleador. ¡Y esto está muy bien así! Pero esta actitud también debe encontrarse en todos los ámbitos de nuestra vida.
Vivimos en un mundo que valora poco el espíritu de sacrificio. Intentamos sacar el máximo provecho de cualquier trato y vemos qué nos traerá una acción en particular antes de involucrarnos. De hecho, a menudo incluso actuamos igual en nuestras amistades (seguimos siendo amigos de quienes nos traen algo) y, lamentablemente, incluso en nuestras relaciones románticas. ¿Cuántos solteros buscan una pareja que satisfaga sus necesidades, en lugar de buscar una pareja a la que servirán y cuidarán durante toda su vida? ¿Cuántas parejas casadas se han divorciado porque sintieron que estaban dando más de lo que recibieron en su matrimonio?
Sin embargo, tomar la posición de siervo siempre ha sido la enseñanza de Cristo. Amar al prójimo es un mandato de Jesús. ¡Y nos pide que seamos generosos con nuestro tiempo y nuestros esfuerzos sin buscar un retorno (Lucas 14:12-14), sin publicar nuestras buenas obras en las redes sociales (Mateo 6:1)!
Así como estamos listos para aprender y poner en práctica nuestros talentos, cuando comenzamos un nuevo trabajo, también debemos tener esta actitud generosa dondequiera que vayamos. Esto es lo que hizo la familia de José cuando llegó a Egipto. Sus hermanos finalmente reconciliados podrían haber vivido una vida de príncipe, en el palacio, junto a José, pero no, inmediatamente ofrecieron sus talentos al Faraón (Génesis 47: 3-6). Ofrecer sus talentos, sus servicios al faraón fue una señal de reconocimiento.
La mejor forma de mostrar nuestro reconocimiento es ofrecer nuestros talentos. Dondequiera que vayamos, debemos adoptar esta actitud. ¡Y no estamos hablando aquí de dar toda tu vida a cada lugar que vas! Puede ser tan fácil como devolver la canasta al lugar correcto cuando vaya de compras. Es para donar su asiento en el transporte público o donar periódicamente para ayudar con la escuela de sus hijos. También se trata de usar sus talentos para mejorar una actividad de solteros o para servir fielmente en su iglesia local en una posición que coincida con sus talentos. En la primera participación, somos visitantes. Pero en el segundo, debemos hacer como los hermanos de José y ofrecer nuestros talentos, nuestro servicio.
Al hacer este buen hábito de ser útiles donde estemos, también nos estamos preparando para una futura vida matrimonial. Desde el mismo momento de la investigación, si ya estamos acostumbrados a dar más que a recibir en nuestras relaciones, nuestro criterio será diferente y también seremos mucho más atractivos. Así que acostumbremos a ser útiles donde estamos ahora: esto no es solo lo que Dios quiere para nosotros, también es una buena escuela hacia un matrimonio feliz.