No debes imaginar demonios en todas partes, ¡pero tampoco debes ignorarlos! La Biblia es clara: estamos en una guerra espiritual. Y tú, ¿estás en negación, a la defensiva o en modo de ataque?
Podemos estar tan envueltos en las molestias de la vida cotidiana que nos olvidamos de considerar lo que está sucediendo en el ámbito espiritual. El desánimo puede ser una simple emoción frente a los desafíos de la vida, pero también puede ser el resultado de pensamientos negativos susurrados por nuestro enemigo (2 Corintios 4: 4). La enfermedad puede ser el resultado de nuestros malos hábitos, así como puede ser un ataque cruel de nuestro adversario espiritual (Hechos 10:38). Por lo tanto, no deberíamos ver demonios en todas partes (¡no siempre es su culpa!), Pero también debemos recordar que tenemos un adversario que busca destruirnos.
Al hablar del mundo espiritual, el apóstol Pablo usó terminología de guerra. “Pónganse toda la armadura de Dios para que puedan hacer frente a las artimañas del diablo. Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales” (Efesios 6: 11-12 NVI). A menudo buscamos todo tipo de formas de lidiar con nuestros problemas, pero rara vez preparamos una estrategia espiritual para nuestras circunstancias. Si tenemos un problema financiero, buscamos soluciones bancarias o acreedores. ¡Pero por qué no hablar primero con Dios para establecer una estrategia de oración y declaración de la Palabra ante estos mismos problemas! Lo mismo ocurre con nuestras relaciones románticas. Puede que seamos parcialmente responsables de nuestra situación, pero también puede haber vínculos espirituales que deban romperse. Podemos hacer un plan para conectarnos con más socios potenciales, pero también podemos hacer un plan espiritual para abrir nuestras oportunidades o construir nuestro futuro matrimonio sobre una buena base.
A menudo tenemos el instinto de volvernos a Dios y orar cuando las circunstancias son difíciles y están fuera de nuestro control. La oración y la intercesión se utilizan a menudo como defensa contra el enemigo. Jesús es en verdad nuestro Salvador, nuestro abogado, el que corrige nuestros errores. Pero, ¿por qué no tomar la iniciativa? En lugar de ver la oración y la Palabra de Dios como un salvavidas, ¿por qué no decidir entrar en modo de ataque? La mejor defensa es la ofensiva, dicen, ¿no?
No estamos hablando de buscar demonios para darles un duro. La mejor manera de socavar los poderes de las tinieblas es hacer crecer el Reino de Dios. Pequeño testimonio personal sobre este tema: una anciana que conocí se sintió distraída durante su tiempo de oración. No podía rezar como de costumbre y sentía que el enemigo la estaba tendiendo una trampa. Su reacción fue perfecta. Se levantó de su lugar de oración y dijo: “Está bien, está bien, no voy a rezar … ¡Voy a ir a tener un tiempo de alabanza y adoración en su lugar!” Es fácil imaginar el rostro derrotado del enemigo que creía haber logrado la victoria impidiéndole rezar, pero que tuvo que admitir la derrota cuando decidió tomar represalias con adoración. Experimenta oposición en su tiempo de estudio de la Palabra; ¡sal a evangelizar! Te sientes tentado por tus viejos vicios; ve a compartir tu testimonio en una reunión cristiana. La mejor manera de luchar contra tus pensamientos oscuros es darte cuenta de dónde vienen y luchar contra la fuente en lugar de los pensamientos mismos.
La Biblia no es solo un salvavidas, es una espada. ¡Entonces vamos! Ahora es el momento de entrar en modo de ataque y hacer crecer el Reino de Dios.