Escenario clásico: estamos empezando a limpiar nuestra cocina y recibimos una llamada de un amigo. Una hora más tarde, nuestra limpieza no ha progresado. Sin embargo, poder terminar lo que emprendemos es un activo esencial para el éxito.
No terminar la limpieza de nuestra cocina es una pena, pero probablemente no sea gran cosa. Sin embargo, si tenemos esta mala costumbre de distraernos fácilmente, otras áreas mucho más importantes pueden sufrir. Podemos perder grandes oportunidades al no estar donde Dios quiere bendecirnos. Si queremos el éxito en nuestra vida, es fundamental desarrollar la capacidad de terminar lo que emprendamos. ¡Este es un consejo bíblico! “Vale más el fin de algo que su principio. Vale más la paciencia que la arrogancia” (Eclesiastés 7:8 NVI).
Hay muchas razones por las que no completamos nuestros proyectos además de las distracciones. A veces habíamos subestimado el esfuerzo que requiere nuestro proyecto o nuestra capacidad para llevarlo a cabo. Por eso Cristo nos pide que siempre calculemos el costo de nuestras decisiones antes de tomarlas (Lucas 14:28-30). Pero muchas veces es la pereza, el desánimo o la falta de planificación lo que nos impide llevar a cabo nuestros proyectos. Para eliminar estas razones, el Espíritu de Dios nos promete ser nuestra inspiración, darnos su fuerza y su sabiduría. Así que tenemos todas las herramientas necesarias para cambiar este mal hábito. Tomar tiempo diario en la Presencia de Dios nos equipa para tomar las decisiones correctas y priorizar lo que es verdaderamente importante.
Porque nuestro Padre Celestial termina lo que comienza. Descansó solo después de completar su obra de creación (Génesis 2:2) y prometió completar su obra de regeneración en nosotros. “Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús” (Filipenses 1:6 NVI). Es también la misma determinación que llevó a Cristo a la cruz, hasta que pudo decir “Consumado es” (Juan 19:30). El apóstol Pablo tampoco se desanimó por la persecución (2 Timoteo 4:7) y Noé no se dio por vencido ante la inmensidad de la tarea (Génesis 7:5).
No hay mejor momento que durante tu celibato para superarte de este lado. Tu falta de determinación, tu procrastinación o tu pereza es especialmente perjudicial solo para ti, en este momento. Pero una vez que estás en una relación, este mal hábito creará una gran tensión en tu relación e incluso podría romperla. Si el Espíritu de Dios mora en ti, tienes todo lo que necesitas para cambiar. ¡Hazlo ya! Si no completas tus proyectos porque careces de sabiduría, porque intentas complacer a demasiadas personas a tu alrededor: cambia también este mal hábito durante tu celibato. Tu pareja necesitará tu atención, tendrá prioridad. Si tienes que decir que no a todas las personas que te piden algo porque tu pareja está irritada, no les gustará tu pareja y estarás en constante pelea con él. Aprende inmediatamente a decir no y priorizar lo esencial. Si el Espíritu de Dios mora en ti, tienes toda la sabiduría que necesitas para hacer concesiones razonables. ¡Hazlo ahora!