Malentendidos, burlas, ataques… Podemos ser víctimas de todo tipo de injusticias, unas más dolorosas que otras. Pero cuando somos hijos de Dios, tenemos esperanza de una restauración.
Si tuviéramos que ponerlo en el contexto actual, la historia de José sería surrealista. Fue vendido como esclavo, acusado falsamente y encarcelado, y ascendido a primer ministro de Egipto para salvar al pueblo del hambre. No sería solo una película de Hollywood, sería una serie de varias partes. Dios puede usar nuestro dolor para Su bien. Hoy vemos lo que sucede cuando otros nos hacen daño. “Es verdad que ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios transformó ese mal en bien para lograr lo que hoy estamos viendo: salvar la vida de mucha gente” (Génesis 50:20 NVI).
José sufrió la máxima humillación cuando sus hermanos lo vendieron como esclavo. Estaban hartos de su presunción y el favoritismo que su padre le mostraba. Como era hijo de la esposa favorita de Jacob, Raquel, recibió más atención y favor. Los hermanos pensaron que si se deshacían de él, desaparecería. Envió a José por un camino que nadie elegiría, pero Dios lo usó para Sus propósitos y Su gloria. José se convirtió en esclavo en la casa de Potifar y luego fue arrojado a prisión, lo que le dio la oportunidad de interpretar el sueño del faraón y convertirse en el primer ministro de Egipto para poder salvar a su familia del hambre.
¿Alguna vez hemos sido agraviados? ¿Tocó lo más profundo de nuestro corazón? Son situaciones difíciles de superar, pero hay que mirarlas desde la posibilidad de que Dios las esté usando para su bien. José se convirtió en esclavo, pero Dios lo usó para salvar a su familia de una hambruna severa. Tal vez Dios esté usando nuestro mal para lograr sus propósitos. Intentemos ver más allá del dolor y encontrar el valor.
Muchas de las formas en que Dios obra tienen múltiples propósitos. Él está obrando en Su pueblo y usándolo para obrar con muchas personas a nuestro alrededor. Desarrollemos la actitud que tenía José. “Tenías pensado hacerme mal: Dios lo cambió por bien. Esto le permitió a Joseph concentrarse en su trabajo y controlar su temperamento. Al final, pudo extender la gracia a sus hermanos.