Lo más preciado de un regalo es lo que se esconde debajo del envoltorio. ¡Pero eso no significa que el empaque no cuente! La presentación dice mucho sobre quién está dando el regalo. ¡Y esto también es cierto cuando te estás dando a ti mismo!
Hay varias expresiones que nos animan a no mirar el contenedor, sino a considerar el contenido. Por ejemplo, a veces escuchamos decir “Caras vemos, corazones no sabemos”. Y es absolutamente cierto, que un regalo esté muy bien envuelto no significa que valga más que un regalo que no lo está. A veces, en los intercambios de regalos, algunas personas incluso envuelven deliberadamente su preciado regalo de una manera descuidada para sorprender al destinatario. Pero incluso entonces, el empaque ha sido considerado.
El regalo es a veces lo que el destinatario ha pedido, o es un regalo que equivale al valor que le damos a la persona. Pero el empaque es el tiempo y la creatividad del donante. Si recibimos un regalo envuelto en una bolsa de plástico, ¿qué nos dice eso sobre la persona que da ese regalo? Eso nos dice que no se tomó el tiempo para terminarlo. Incluso un envoltorio hecho por un niño de 4 años se ve mejor que una bolsa de plástico porque podemos notar el tiempo y el esfuerzo que se dedicó a envolverlo todo.
Por el contrario, si recibes un regalo muy finamente envuelto, con ramas, cintas, perlas, caramelos… puedes tener la impresión de que la persona lo compró tal cual o que se pasó de la raya. Entonces ni siquiera nos atrevemos a abrir el regalo o dudaremos del valor de los contenidos. Esta exhibición pretenciosa busca una recompensa de alabanza. La atención va al dador, en lugar de dejar los honores a la persona que recibe el regalo.
Todo esto es una hermosa representación de nuestra vida. ¡Especialmente cuando estamos solteros! Nuestra amistad es el último regalo que queremos dar a los demás. Y nuestro amor, lo que estamos dispuestos a dar a nuestro mejor amigo. Eso es lo mas importante; es nuestro corazón lo más valioso. “…El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero yo miro el corazón” (1 Samuel 16:7b RVC). En última instancia, no debemos juzgar el valor de una persona por su apariencia.
Pero eso tampoco significa que debamos descuidar la apariencia. El cuidado que una persona pone en su apariencia nos dice mucho sobre su carácter. Alguien que se toma el tiempo para lucir lo mejor posible nos dice que tiene una buena autoestima y es probable que también cuide a sus seres queridos. Cuando nos presentamos en nuestro mejor momento, también es una forma de demostrar nuestro respeto por los demás. Como la historia de las bodas en la Biblia. “Cuando el rey entró para ver a los invitados y se encontró con uno que no estaba vestido para la boda, le dijo: “Amigo, ¿cómo fue que entraste aquí, sin estar vestido para la boda?” Y aquél enmudeció. Entonces el rey dijo a los que servían: “Aten a éste de pies y manos, y échenlo de aquí, a las tinieblas de afuera. ¡Allí habrá llanto y rechinar de dientes!” (Mateo 22:11-13 RVC).
No es solo una recomendación para solteros. Como solteros, somos las lámparas que contienen el fuego del Espíritu Santo. Lo importante es el fuego, pero no se debe descuidar la lámpara. Antes de ver al Espíritu Santo, la gente va a ver el templo. Si la presentación del templo invita, se acercarán a conocer el corazón del templo. Así que este año, adelante: brilla y ámate lo suficiente como para presentarte en tu mejor momento.