La semana pasada estuvimos hablando con las mujeres, esta semana es el turno de los hombres. Queremos ser aceptados y respetados por lo que somos, pero eso no significa que podamos holgazanear. Es necesario un poco de esfuerzo en nuestra presentación.
Nunca tendremos una segunda oportunidad para dar una buena primera impresión. Si queremos un buen trabajo, debemos hacer el esfuerzo necesario para presentarnos lo mejor posible frente a un futuro empleador. Lo mismo es cierto en nuestra vida social. Debemos estar orgullosos de quienes somos, pero aun así hacer el esfuerzo necesario para presentarnos lo mejor posible, especialmente durante una primera cita. Si una mujer te ve sin afeitar y con pantalones raídos cuando te encuentras por primera vez, pensará que probablemente estás peor cada día y no se atreverá a acercarse a ti. Lo mismo es cierto cuando presentamos el evangelio. Si nos vemos golpeados y quebrantados, la gente no pensará que Jesús puede ayudarlos en su situación. “Si Jesús no puede ayudar a este hombre que me habla, ¿qué puede hacer Él por mí?” se dirán a sí mismos.
Mucha gente cita 1 Samuel 16:7 (NVI) cuando habla de la apariencia. “Pero el Señor le dijo a Samuel: No te dejes impresionar por su apariencia ni por su estatura, pues yo lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón.” Es cierto: a los ojos de Dios, nuestro valor no tiene nada que ver con nuestra apariencia. Podemos desarrollar nuestra belleza interior al crecer en nuestra fe. Por otro lado, lo que también podemos entender de este versículo es que los seres humanos prestan atención a la apariencia. No verán tu belleza interior a primera vista. Por lo tanto, debemos aprender a reflejar el amor y la gracia de Dios en nuestra apariencia exterior y también en nuestro comportamiento. Debemos presentarnos a los demás (ya las mujeres) como embajadores de Cristo. Nuestra apariencia puede ser un poderoso testimonio para los demás, una demostración de la transformación que Dios ha obrado en nosotros.
En la práctica, esto significa, entre otras cosas, vestirse adecuadamente para cada situación. Considere el contexto de cada evento. No es una buena idea vestirse de traje para un paseo por la naturaleza. Así como no es apropiado vestir pantalones de chándal cuando vamos a una actividad donde vamos a conocer gente nueva. La apariencia externa también incluye los elementos básicos de higiene: corte y afeitado de cabello, ducha y desodorante, cepillado de dientes y corte de uñas. Tienes que convertirlo en una rutina, crear un hábito, para que se vuelva tan natural que no tengamos este estrés sobre nuestros hombros en una primera cita.
La apariencia externa también incluye nuestra postura. Antes incluso de hablar con alguien, por supuesto, debes caminar hacia esa persona. Nuestro enfoque dirá mucho sobre nosotros. Por lo tanto, es aconsejable practicar pararse derecho y mantener la cabeza en alto. Cuando converse con alguien, mantenga el contacto visual con la persona y sonría si corresponde. Practique hablar más despacio, con una voz más tranquila. Cuando hablamos rápido, nuestro tono de voz se vuelve más alto y un tono alto traerá ansiedad. Practica también la escucha activa: escucha sin interrumpir y responde mostrando respeto por tu interlocutor. Evita cruzarte de brazos, da la impresión de que te estás cerrando a sus opiniones.
Siempre muestra respeto y amabilidad en tus interacciones. Llénate de compasión y empatía. Esta no es solo una forma de ser como Cristo (Mateo 5:43-48), sino que también es una actitud que las mujeres notarán. Observarán cómo tratas a los demás, especialmente a los que están en servicio. Da las gracias a los camareros de los restaurantes; muestra gratitud a aquellos que te ayudan; dar cumplidos sinceros a aquellos que tienen buenas ideas; tómate el tiempo para disculparte cuando cometas un error. Todo esto, las mujeres lo van a ver como un reflejo de tu carácter. Respetar los límites de todos y su espacio personal, físico y emocional, también juega un papel importante en su presentación.
Por último, debemos recordar que nunca se es demasiado mayor para causar una buena impresión. La Biblia nos anima a trabajar siempre en nosotros mismos (Salmos 92:12-15). Debemos permanecer abiertos a las ideas y experiencias de los demás, aunque sean muy diferentes a las nuestras. Tu edad no es una limitación, sino un activo para levantar a los demás, sin obligarlos a seguirte. Rechaza el orgullo, porque Dios ama a los humildes (1 Pedro 5:5). Puede haber cosas que ya no puedas hacer, ¿y qué? ¡Alégrate en cambio de lo que todavía eres capaz de llevar a los que te rodean y no olvides usar tus recursos actuales para aumentar el Reino de Dios, porque Él no te abandona (Isaías 46: 4)!
(Este es un resumen de la conferencia de hombres del 6 de mayo de 2023).