Como buen jardinero, Dios no sólo se preocupa por la semilla que es su Palabra, sino también por la tierra de nuestro corazón, por el riego de su Espíritu, etc. Para un crecimiento espiritual saludable, necesitamos tanto conocimiento como experiencia.
Algunos cristianos están desequilibrados. Es posible que tengan un área de su vida en la que sean espiritualmente fuertes, pero sean débiles en otras áreas. Por ejemplo, conocemos a personas que tienen un conocimiento impresionante de la Biblia. Mientras tanto, sus vidas personales están en ruinas. Siempre luchan con la tentación y caen en pecado. El problema es que están desequilibrados. Tienen una comprensión de la doctrina, pero sus vidas están desequilibradas.
El apóstol Pablo escribió a los cristianos de Éfeso: “Yo, que estoy preso por causa del Señor, les ruego que vivan como es digno del llamamiento que han recibido” (Efesios 4:1 RVC). Cabe señalar que Pablo escribió esto desde una prisión en Roma. Estaba prisionero porque no quería comprometer sus creencias, su vida y su mensaje. Y lo primero que Pablo les dice a los cristianos que hagan en esta sección de Efesios es vivir una vida digna de nuestro llamado.
Quizás podríamos pensar: “¿Cómo podría ser digno de esto? No hay nada que pueda hacer para merecer la gracia de Dios”. Sin embargo, eso no es lo que aquí significa “digno”. También podríamos traducir la palabra original para “digno” como “equilibrar la balanza”. Por lo tanto, cuando Pablo dijo: “Quiero que caminéis dignamente”, quiso decir: “Quiero que viváis una vida equilibrada”.
Es posible que comprendamos y creamos en la doctrina, la profecía, los hechos y las cifras, pero si eso no afecta la forma en que vivimos como cristianos, entonces no estamos entendiendo el punto. La Biblia dice: “Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro” (1 Juan 3:3 RVC). En otras palabras, nuestra doctrina y creencias deberían afectar la forma en que vivimos.
Sin embargo, también hay cristianos que están desequilibrados en otros aspectos. No saben mucho sobre doctrina. Realmente no saben lo que la Biblia enseña sobre ciertos temas, pero aman al Señor. Y les apasiona su fe en Jesucristo. Es posible que les escuche decir algo como esto: “No discutamos sobre la doctrina. Simplemente amo a Jesús”. Esto suena bien, pero debemos darnos cuenta de que es una afirmación peligrosa. Si no tenemos cuidado, podríamos terminar amando al Jesús equivocado. Podríamos terminar creyendo el evangelio equivocado. Aquí es donde entra la doctrina.
La Biblia deja claro que en los últimos días habrá falsos Cristos, falsos evangelios e incluso falsos milagros. Pablo advirtió: “Porque vendrá un tiempo en que no soportarán la sana doctrina, sino que aun teniendo comezón de oír se amontonarán maestros conforme a sus propios malos deseos” (2 Timoteo 4:3 RVC).
Debe haber un equilibrio entre nuestras creencias y nuestras prácticas, entre nuestra doctrina y nuestra forma de vivir. Necesitamos que ambas áreas trabajen juntas. Esto es lo que significa caminar digno del Señor.