Nuestros pastores se ven fuertes, son guapos, están llenos del Espíritu de Dios y… están casados. Con nuestros fracasos en el amor, los solteros podemos sentirnos menos calificados para servir a Dios. ¡Pero eso no es lo que Dios dice!
Refrescar los corazones de los demás
Un vaso de agua fría en un día de mucho calor… ¡qué alivio! Un servicio pequeño y sencillo que puede marcar una gran diferencia. Esto es lo que nuestro Padre Celestial nos anima a hacer unos con otros.
¡Abre mis ojos, Señor!
“Abre los ojos de mi corazón…”, dice el himno popular de Paul Baloche. Y lo cantamos a todo pulmón. Pero, ¿hacemos de ello una oración? Podemos estar tan distraídos por lo mundano que nos olvidamos de la eternidad.
Romper el ciclo de la desquite
A veces nos sentimos obligados a responder a una ofensa contra nosotros infligiendo la misma ofensa a quien nos la dio. Queremos “hacerles pagar”. Esta forma de resentimiento solo siembra veneno en nuestras relaciones.
Porque se acerca el anochecer
¿Cuánto nos queda de vida? ¿Cuándo será finalmente el momento de hacer lo que estamos destinados a hacer? ¿Cuánto tiempo vamos a dejar que Dios espere antes de hacer la misión que nos ha dado?