La idea de “corrección” no se ve como una experiencia positiva para la mayoría de nosotros, y lo ha sido desde la infancia. Sin embargo, la justa corrección de Dios puede ser muy beneficiosa. Sobre todo, no debe evitarse.
Acepta la corrección de Dios
Invitado a la mesa del Rey
En una cena de negocios, son los empleados más eficientes o de mayor rango los que se sientan en la mesa ejecutiva. Pero en la mesa de Dios, es nuestra filiación espiritual la que nos da un lugar de honor.
Su reinado... ¡sobre todo!
Es fácil pensar en Dios y reconocer su reino cuando estamos en nuestra asamblea dominical. Pero durante la semana, en nuestro trabajo o en nuestro tiempo libre, ¿nos tomamos el tiempo para reconocer su soberanía?
La voz ensordecedora del miedo
¿Cuántas malas decisiones tomamos porque reaccionamos al miedo? Miedo a perder, miedo a ser juzgado por los demás… ¡Cuidado! La voz del miedo puede sepultar la voz del Espíritu Santo y robarnos la paz.
Seguir confiando en Dios
Recibimos una promesa de Dios y estamos instantáneamente llenos de confianza. Pero, cuanto más pasa el tiempo, cuanto más nos prueban, más comenzamos a buscar otras soluciones. ¡Y esto es, por supuesto, un gran peligro!