Somos verdaderamente privilegiados de ser hijos de Dios. Cuando lo hacemos nuestra fuente, podemos vivir en su descanso y ofrecer ese descanso a quienes nos rodean.

Somos verdaderamente privilegiados de ser hijos de Dios. Cuando lo hacemos nuestra fuente, podemos vivir en su descanso y ofrecer ese descanso a quienes nos rodean.
¿Haces esto? A veces tenemos dificultades para encontrar tiempo para hablar con Dios y mucho menos para interceder por los demás. Sin embargo, no es sólo nuestro deber, ¡también es muy beneficioso para nuestro crecimiento espiritual!