Nadie necesita enseñarnos la ley del talión (ojo por ojo). Nuestra carne sólo se satisface cuando nuestro agresor se convierte en víctima. Pero esta vía sólo produce más represalias. Dios tiene otro camino para nosotros.
Acepta la corrección de Dios
La idea de “corrección” no se ve como una experiencia positiva para la mayoría de nosotros, y lo ha sido desde la infancia. Sin embargo, la justa corrección de Dios puede ser muy beneficiosa. Sobre todo, no debe evitarse.