¿Haces esto? A veces tenemos dificultades para encontrar tiempo para hablar con Dios y mucho menos para interceder por los demás. Sin embargo, no es sólo nuestro deber, ¡también es muy beneficioso para nuestro crecimiento espiritual!
¡Es tan fácil culpar a alguien más!
Cuando una situación no va en la dirección que queríamos, una de las primeras reacciones humanas es buscar a un responsable. ¡Y estamos listos para culpar a cualquiera, incluso a Dios!