Ya sea a principios de año o en cualquier otro momento del año propicio para empezar de nuevo, hacemos todo tipo de propósitos. Queremos mejorar nuestra salud, nuestra apariencia, nuestras relaciones, etc. Pero ¿qué pasa con nuestra sabiduría?

Ya sea a principios de año o en cualquier otro momento del año propicio para empezar de nuevo, hacemos todo tipo de propósitos. Queremos mejorar nuestra salud, nuestra apariencia, nuestras relaciones, etc. Pero ¿qué pasa con nuestra sabiduría?
Los niños son impulsivos. A menudo los padres tienen que detenerlos diciéndoles: “¡Piensa en lo que estás haciendo!” Como adultos, ¿somos muy diferentes a ellos? Sin embargo, la Palabra de Dios dice que nuestro éxito radica en estos momentos de reflexión.
Este conocido pasaje de la Biblia suele discutirse en las conferencias de mujeres, porque este capítulo trata sobre la mujer virtuosa. Pero si estudiamos el pasaje detenidamente, ¡nos damos cuenta de que también habla de los hombres!
Vivimos en un mundo de información, nadamos en una abundancia de conocimiento. Tanto es así que ya no vemos la necesidad de un mentor. Sin embargo, la Biblia alienta fuertemente esta práctica.
Trabajamos duro y oramos para tener éxito en nuestros proyectos. Así que nos decepcionamos bastante, incluso nos derrumbamos, cuando el resultado no es el que esperábamos. Sin embargo, el fracaso también puede ser beneficioso.